"Cuando
se imprimió, el libro fue aceptado por la Iglesia y se había leído y estudiado
por todo el mundo sin el más leve indicio de cualquier objeción alguna vez
concebida en contra de sus doctrinas".
Tal como informan los historiadores, resulta que en la
época temprana de la postulación del modelo, los eclesiásticos estaban profundamente interesados en la teoría astronómica. No fue sino hasta 1616 (más de 70 años
después de la publicación de aquel libro) que la teoría de Nicolás Copérnico se vio
envuelta en una controversia y terminó siendo prohibida por las autoridades de
la Iglesia Católica en el período del caso de Galileo Galilei.
Y gran parte del contexto histórico fue durante el Renacimiento, como un hervidero de ideas que
replanteaban la visión global de la realidad, de la cual la misma Iglesia no
era ajena; entre cuyos doctores figuraban eminencias en filosofía
natural, y que tomaban la teoría heliocéntrica como una hipótesis que podía
contemplarse, siempre sin desbordar las fronteras de las matemáticas y la
física, y sin poner en duda nunca la realidad convenida en las Escrituras,
que para ello tenía Roma censores para revisar y la Inquisición para juzgar.
LA CONTEMPLACIÓN DEL DIOS ALTÍSIMO
Nicolás
Copérnico (1473-1543) fue un importante monje astrónomo polaco prusiano,
universalmente famoso por haber desarrollado la teoría del modelo heliocéntrico
del sistema solar (también llamada Teoría copernicana, en su honor). Este
modelo -que fue el primero en describir en términos científicos la manera en
que la Tierra gira alrededor del Sol- se presentó en la obra "De revolutionibus orbium
caelestium", en español: "De las Revoluciones de las Órbitas Celestes" (1543), la cual, dedicó al pontífice de Roma Paulo III dado que
ambos eran allegados eclesiásticos y mantenían correspondencia mutua.
El
primer conflicto relevante de este tipo, surgió a raíz de la promoción por
Copérnico de su teoría de que la Tierra, en lugar de ser una superficie plana y
el centro del Universo, era sólo una de entre una serie de pequeños
planetas girando cada día sobre su propio eje y dando vueltas una vez al año
alrededor del Sol. Copérnico era un sacerdote -el canon de una catedral- y era ante todo un religioso, más que un hombre de ciencia. Él sabía que los
cimientos de la religión verdadera, fiel y efectiva no se establecen en cualquier tipología de
descubrimientos científicos que puedan molestarlos o vulnerarlos. Sin embargo, fue perseguido no porque
él fuera en contra de las enseñanzas de la religión, sino porque según su
teoría, el hombre no era el centro del Universo y esto significó noticias desagradables
para una gran cantidad de egoístas.
LA ENFATIZADA FE DE NICOLÁS COPÉRNICO
El
mismo Copérnico, en el prefacio de su magna obra 'De Revolutionibus' se había
anticipado a los malentendidos, escribiendo lo siguiente:
"No
estoy tan enamorado de mis propias opiniones como para descartar lo que otros
puedan pensar acerca de ellas [...]".
Copérnico
sabía, como el Apóstol Pedro, que en la Biblia "hay algunas cosas difíciles de
entender, que los ignorantes e inestables tuercen (como también tuercen el
resto de las Escrituras) para su propia perdición" (2 Pedro 3:16). Pero, no sólo eran hombres religiosos los que se oponían a la Teoría
heliocéntrica, sino también algunos profesores escépticos que decían creer
solamente en cosas que se pudieran ver con los ojos. Entre estos escépticos,
defensores de la física aristotélica de su tiempo, salieron a la luz personajes
como Johannes Angelus -profesor de astronomía en Viena-, quien objetaba que los sentidos humanos 'contradecían' la teoría de Copérnico y la convertían en irracional, porque éstos no podían percibir el postulado movimiento de
la Tierra.
Por
otra parte, en su prefacio también, Copérnico escribió sobre el interés que
había surgido en él para buscar una teoría alternativa a la geocéntrica. Él
afirmaba abiertamente que fue Dios quien estableció las leyes del Universo en
un mecanismo preciso y un diseño bien organizado. Ya
adentrado en su obra, el mismo Copérnico expresó más a fondo su creencia en que "Dios había establecido el modelo heliocéntrico con Su sabiduría divina, y en
esta línea de pensamiento". Es así como Copérnico percibía la obra de Dios
manifestada en la Creación, lo cual, también le llevó a reconocer la obligación
humana de adorar a Dios. Así que además de creer que el Universo ha sido
forjado por un Creador sumamente bueno y ordenado, señalaba que Dios debía ser
adorado. Sólo queda decir que el Creador al que Copérnico reconocía, ciertamente
era el Dios del cristianismo; lo cual dejó entrever en su obra 'Narratio
Prima' (1540) donde al describir la excentricidad del Sol, mencionó
que él mismo esperaba la Segunda Venida de Jesucristo, como todos los
cristianos.
Entonces
la defensa de la visión copernicana en la misma Roma, por parte de un ya
prestigioso y reconocido Galileo, forzó en 1616 a su amigo el cardenal Belarmino a la
admonición de no divulgar la teoría heliocéntrica. Así lo hizo, retirándose a
Florencia y manteniendo una buena relación con la Iglesia. No obstante, durante
el pontificado del Papa Urbano VIII (con quien tuvo varias audiencias sobre ese asunto), redactó y llevó a censura su 'Diálogo sobre sistemas máximos', en el que como contenido fundamental, confrontaba los dos sistemas astronómicos planteando -siempre como mera hipótesis- una Teoría heliocéntrica combinable con la exégesis bíblica; pero, por error o
dolo, Galileo tomó como oficial y completa lo que según la Iglesia era una
revisión oficiosa e incompleta de su libro, publicándolo en Florencia en 1632.
Roma
lo interpretó como un incumplimiento de lo proscrito en 1616, procesándolo con
casi 70 años. En ese sentido, el proceso fue más por un acto de desobediencia
que por la descalificación del sistema ptolemaico establecido y defendido por
la Iglesia. Así, la defensa de Galileo versó más en acomodar la nueva Teoría
heliocéntrica a la hermenéutica canónica, exponiendo el escrito como justamente
lo contrario de lo que era acusado, que a desacreditar los hechos bíblicos
relegándolos a una interpretación mítica o poética. De esta forma, su abjuración ante el
tribunal de la Inquisición hizo que la sentencia, dictada en la Iglesia de
Santa María sopra Minerva el 22 de junio de 1633, le condenara a arresto que
llevó a cabo en su domicilio de Arcetri.
EPPUR SI MUOVE: VERDAD O LEYENDA
Eppur si muove o E pur si muove (y sin embargo, se mueve; en castellano) es la hipotética frase en italiano que, según la tradición,
Galileo Galilei habría pronunciado después de abjurar de la visión
heliocéntrica del mundo ante el tribunal de la Santa Inquisición.
Galileo Galilei (Pisa,
Toscana;1564-Arcetri, Toscana; 1642) mantuvo un enfrentamiento con la Inquisición romana de la Iglesia Católica, que se presenta como un ejemplo de conflicto entre religión y ciencia en la sociedad occidental. Asimismo, su trabajo se ha considerado una ruptura de las teorías asentadas de la física aristotélica. Fue astrónomo, filósofo, ingeniero, matemático y físico italiano, relacionado
estrechamente con la revolución científica y un eminente hombre del Renacimiento.
El escritor y viajero ilustrado, Giuseppe Baretti, afirmó
que después de la abjuración Galileo pronunció la frase «Eppur si muove». Para Stillman Drake, no es verosímil que en ese momento en el
que Galileo no se encontraba libre, era desafiante en extremo pronunciar ante
el tribunal de cardenales de la Inquisición una frase que contradecía su
abjuración. Para Stillman, si esa frase fue pronunciada, lo fue en otro
momento.
Apócrifa o no, la divisa se ajusta a Galileo Galilei por su
actitud frente a la autoridad que representaba la Iglesia en las verdades de la
fe, y frente a Ptolomeo y Aristóteles en las verdades de la ciencia; ambas
verdades acordes con una visión del cosmos en el que la Tierra era el centro
alrededor del cual rotaban el resto de cuerpos celestes, y no tanto por ser él
quién hubiera planteado la alternativa -pues ésta es copernicana-, ni porque la
autoridad eclesiástica (entre la que se encontraban amistades y protectores del
mismo Galileo) impidiera su estudio o divulgación.
En todo caso, independientemente que fuera susurrado en el tribunal que la Teoría copernicana era
incontrovertible, hacía tan falso el retracto de Galileo como la Teoría
ptolemaica. Así que en los años posteriores al juicio, ya debió ser frase
comentada en sus círculos y reverberada hasta incorporarse a
la tradición oral, y así lo demuestra una pintura española que ya en 1643
retrataba al genio de Pisa escribiendo en la pared de su calabozo su 'eppur'; obviamente imaginado, porque entre otras cosas, Galileo no llegó a estar en la
cárcel. Empero, hay quien señala a la imaginación del periodista italiano
Giuseppe Baretti como la culpable de que la historia recuerde a un Galileo a
medio camino entre la valentía y la soberbia replicando al temible tribunal.
De acuerdo
a Stephen Hawking, algunos historiadores creen que este episodio podría haber
sucedido, después de transferir a Galileo de su arresto domiciliario bajo la
vigilancia del Arzobispo Ascanio Piccolomini a "otra morada, en
Florencia". Esa vivienda pudo ser, la Villa Il Gioiello, in Arcetri.
Hoy
en día, la misma frase se utiliza en el lenguaje judicial con el fin de expresar
que aunque se niegue la veracidad de un hecho, este es totalmente verídico.