viernes, 30 de agosto de 2019

GOEBBELS, EL HOMBRE LEAL DEL FÜHRER: LA DERROTA ALEMANA Y LAS MUERTES MASIVAS TRAS EL SUICIDIO DE HITLER

— "Alemania podrá sobrevivir a esta terrible guerra, pero sólo si tiene ejemplos que puedan orientar su reconstrucción. […] Llegará el día que seremos limpios y puros ante el mundo, como siempre han sido nuestra fe y nuestras metas".
Con probabilidad histórica, se ha dicho acerca de J. Goebbels que se trata de una figura sobrevalorada, pues su importancia en el seno del régimen nazi era menor porque no lo tomaban en cuenta en algunas de las grandes decisiones y que no era el gran propagandista que aparentaba. Asimismo, se cuestiona su amistad íntima con Hitler.

También se dice de Goebbels que padecía un trastorno narcisista de la personalidad que le hacía buscar adictivamente el reconocimiento y el elogio, lo que explicaría la subrayada lealtad y casi absoluta devoción a Hitler, su obsesión con su propia imagen y el hecho de que pasara una considerable parte de tiempo enzarzado en largas batallas contra sus competidores en el entorno del Führer.​ Él ha sido señalado, además, como uno de los principales instigadores de actos antisemitas y uno de los pocos líderes nazis en mencionar públicamente el genocidio judío.
Paul Joseph Goebbels​ (1897-1945) fue un político alemán que ocupó el cargo de ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945. Siendo uno de los colaboradores más cercanos de Adolfo Hitler,​ fue conocido por su dominio de la oratoria, un profundo antisemitismo​ y el respaldo a una discriminación racial más progresiva que acabaría dando lugar al exterminio de los judíos durante el llamado Holocausto. Sus adversarios políticos lo consideraron un temido demagogo y agitador de masas.

Esta reputación comenzó después de la refundación del NSDAP, cuando Goebbels organizó disturbios y enfrentamientos en las calles contra los comunistas en Berlín.​ El uso de discursos vívidos y manifestaciones públicas violentas, lograron aumentar el número de seguidores del partido.
El 23 de julio de 1944, Hitler lo nombró «plenipotenciario del Reich para la guerra total» (Reichsbevollmächtigter für den totalen Kriegseinsatz) por el que Goebbels emprendió medidas, mayoritariamente infructuosas, para aumentar el total de personas disponibles para la Wehrmacht y la producción de armamentos. Pronunció un elocuente discurso sobre la guerra total en el Palacio de los Deportes de Berlín, justo cuando los éxitos iniciales del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial dieron paso a las sucesivas derrotas que condujeron a la caída del régimen.

SU MATRIMONIO Y VIDA PRIVADA


A finales de 1930, Goebbels conoció a Magda Ritschel, una divorciada que se había unido al NSDAP unos meses antes. Ritschel estuvo casada con el industrial Günther Quandt, pero se separaron en 1929. Trabajaba como voluntaria en las oficinas del partido en Berlín y ayudaba a Goebbels en la organización de sus documentos privados. Su departamento en la Reichskanzlerplatz -que en 1963 sería renombrada como Theodor-Heuss-Platz- se convirtió en punto de reunión favorito de Hitler y otros funcionarios del NSDAP.​ Goebbels y Ritschel, se casaron el 19 de diciembre de 1931 y Hitler fue el padrino del novio.
A medida que la guerra llegaba a su fin y Alemania se enfrentaba al inexorable declive, Joseph Goebbels se trasladó junto con su esposa Magda y sus hijos a Berlín. Hitler se suicidó el 30 de abril y, de acuerdo con su testamento, Goebbels le sucedió como canciller del Reich (Reichskanzler). Al día siguiente, ante la inminente derrota alemana, se suicidó junto a su esposa después de envenenar a sus seis hijos.

DERROTA, ENVENENAMIENTOS Y SUICIDIO


En los últimos meses de la guerra, los discursos y publicaciones de Goebbels adquirieron un tono cada vez más 'apocalíptico' y llamaba a los ciudadanos a «soportar valientemente la batalla para alcanzar la grandeza». A principios de 1945, ya no podía ocultar el hecho de que la derrota era inevitable. Berlín tenía pocas fortificaciones, artillería y unidades del Volkssturm, pues casi todo lo que había fue enviado al frente de guerra.​ El 21 de enero, anotó en su diario que millones de alemanes estaban huyendo hacia el oeste. Con Hitler discutió la propuesta de negociar la paz con los aliados occidentales, pero el líder nazi rechazó nuevamente esa idea. Cuando otros líderes nazis recomendaron a Hitler abandonar la capital y establecer un nuevo centro de resistencia en el reducto nacional en Baviera, Goebbels se opuso y dijo que harían una última resistencia heroica en Berlín.​ Su familia -excepto Harald, un hijo de Magda de su anterior matrimonio que había servido en la Luftwaffe y había caído prisionero ante las fuerzas aliadas- se trasladó a su residencia en Berlín a la espera del fin.​
Posiblemente, Goebbels discutió con su esposa el suicidio y el destino de sus hijos durante una larga reunión que tuvieron en la noche del 27 de enero.​ Ya había mencionado sus intenciones de suicidarse en junio de 1943. En un editorial de octubre de 1944, escribió: «Para una persona, nada sería más fácil que despedirse de este mundo». El 28 de febrero de 1945, declaró en un discurso por radio que «moriría con sus hijos defendiendo la ciudad capital».​ Entendía que las demás naciones castigarían los actos cometidos por el régimen y no tenía intenciones de someterse a la 'debacle' de un juicio.

Quemó sus documentos privados en la noche del 18 de abril. En los últimos días, Goebbels trataba de animar a Hitler y le dijo que tendrían un 'milagro de la providencia'.​ Durante esos catastróficos momentos, obtuvo la posición que tanto había deseado hacía tiempo: estar al lado de Hitler.
La mayor parte del círculo cercano de Hitler -Göring, Himmler, Ribbentrop y Speer; entre otros- se estaba preparando para abandonar la capital inmediatamente después de la celebración del cumpleaños del Führer (20 de abril). El 22 de abril, Hitler anunció que permanecería en Berlín y se pegaría un disparo en la cabeza. Ese mismo día, Goebbels se trasladó con su familia al Vorbunker, conectado al búnker del Führer bajo el jardín de la Cancillería del Reich en el centro de la capital;​ le dijo al vicealmirante Hans-Erich Voss que no se entretendría con la idea de entregarse a los aliados o escapar. El 23 de abril, Goebbels hizo un anuncio público en el que instó a los berlineses a defenderse durante los ataques a la capital,​ ya que en ese momento los soviéticos estaban a pocos días de llegar a la Cancillería del Reich. Después de la medianoche del 29 de abril, Hitler se casó con Eva Braun en una pequeña ceremonia civil en el Führerbunker​ y organizó un modesto desayuno de bodas con su nueva esposa. Llamó a su secretaria, Traudl Junge, a otra habitación y dictó su última voluntad y testamento;​ Goebbels y Bormann estuvieron presentes como testigos.​ En el testamento, Hitler decidió no elegir un nuevo Führer o líder del NSDAP y; en su lugar, el cargo de canciller del Reich fue delegado a Goebbels, Karl Dönitz (quien estaba en Plön) fue nombrado presidente del Reich y Bormann ocupó el Ministerio del NSDAP.​ Goebbels escribió una posdata en el testamento diciendo que iba a desobedecer la orden de abandonar Berlín y que, «por razones de humanidad y lealtad personal, permanecería en la capital​ junto a su esposa e hijos y acabarían sus vidas al lado del Führer».

A mitad de la tarde del 30 de abril, Hitler se suicidó con un disparo en la cabeza.​ Goebbels se deprimió por su muerte. Seguido a esto, Goebbels, Bormann y algunos oficiales presentes en el búnker decidieron enviar al general Hans Krebs (quien podía hablar ruso) a negociar un armisticio con los soviéticos. Alrededor de las 03:00-04:00 h, Krebs y el coronel Theodor von Dufving llegaron al cuartel soviético bajo una bandera blanca para entrevistarse con el comandante del 8.º Ejército de Guardias, Vasili Chuikov, con instrucciones de entregarle una carta firmada por Bormann y Goebbels informándole sobre la muerte de Hitler y solicitando la tregua.​ Sin embargo, Chuikov seguía las órdenes de Stalin para los alemanes.​ Debido a que no tenía autorización para capitular, Krebs regresó al búnker.​ Al conocer la noticia, Goebbels determinó que más esfuerzos serían inútiles,​ porque no iba a permitir la rendición incondicional. En su testimonio, el vicealmirante Voss relató lo que ocurrió a su salida del búnker: «[...] mientras me despedía, le pedí a Goebbels que se uniera a nosotros. Pero él respondió: "Un capitán nunca abandona su barco que se hunde. He pensado en todo y decidimos permanecer aquí. No tengo a dónde ir, porque con los niños pequeños no podré escapar, sobre todo con una pierna como la mía..."».
En la noche, Goebbels llamó a un dentista de las SS, Helmut Kunz, para inyectar morfina a los seis niños y así cuando estuvieran inconscientes, aplastar una ampolla de cianuro en cada una de sus bocas.​ Según el testimonio de Kunz, él sólo inyectó morfina a los niños y fueron Magda Goebbels y Ludwig Stumpfegger -médico personal de Hitler-, quienes administraron el cianuro.​ Alrededor de las 20:30-20:40 h, Goebbels y su esposa abandonaron el búnker y caminaron hasta el jardín de la Cancillería, donde se suicidaron. 

Existen varias versiones diferentes de este evento: en una, Goebbels disparó el arma contra su esposa y luego se suicidó;​ en otra versión, primero tomaron un poco de las ampollas de cianuro e inmediatamente unos soldados les dieron el golpe de gracia. En 1948, Günther Schwägermann, ayudante de Goebbels, testificó que la pareja caminaba frente a él subiendo escaleras y salió al jardín de la Cancillería. Schwägermann esperó en el hueco de las escaleras y oyó los disparos. Después, subió y, una vez fuera, vio los cuerpos sin vida del matrimonio. Bajo órdenes previas, un soldado de las SS disparó varias veces al cuerpo de Goebbels para rematarlo.​ Trataron de incinerar los cuerpos con gasolina, pero los restos no se quemaron ni fueron enterrados.
La muerte de Goebbels eliminó el último obstáculo que impedía al general Helmuth Weidling -último comandante del área defensiva de Berlín- aceptar los términos de rendición incondicional de su guarnición, pero eligió retrasar la petición hasta la mañana siguiente para permitir que sus subordinados huyeran en la noche.​ La batalla de Berlín duró hasta el 2 de mayo y supuso grandes pérdidas para ambos bandos. Unos días más tarde, Voss fue llevado de vuelta al búnker por los soviéticos para identificar los cadáveres parcialmente carbonizados de Joseph y Magda Goebbels y los de sus hijos. Sus restos y los de Hitler, Eva Braun, el general Krebs y los perros de Hitler fueron enterrados y exhumados en varias ocasiones.​ El último entierro ocurrió en las instalaciones del SMERSH en Magdeburgo, el 21 de febrero de 1946. En 1970, Yuri Andrópov, director de la KGB, autorizó una operación para destruir los restos.​ El 4 de abril de 1970, un equipo de la KGB utilizó mapas detallados del entierro para exhumar cinco ataúdes de madera en las instalaciones de Magdeburgo. El contenido de las cajas fue quemado, aplastado y arrojado al río Biederitz, un afluente cercano al Elba.​

jueves, 29 de agosto de 2019

FRIDA KAHLO: EL AMOR Y COMPLEMENTO DE DIEGO RIVERA. LA HIZO SUYA, LA INVADIÓ TODA Y NUNCA DEJÓ QUE SE FUERA

         Más que una historia impregnada de amor coloquial, fue ésta una relación tormentosa y autodestructiva por parte de ambos artistas. Diego tenía 43 años y Frida 22. Con casi el doble de edad, él supo cómo retenerla a pesar de todo. Diego parecía haber encontrado al amor de su vida y los dos cumplían con lo que el otro requería. Él, un hombre con convicciones, metas y una personalidad bien formada, se hizo cargo de Frida; una joven en busca de protección, de identidad, de alguien que estuviera dispuesto a cuidarla.
         Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nace el 6 de julio de 1907, en la Ciudad de México. A los seis años de edad contrae poliomielitis que le deja la pierna derecha más corta. A los dieciocho años, sufre un accidente cuando un choque afecta al transporte donde viajaba. Frida se lesiona la espina dorsal. Debido a la inmovilidad a la que se ve sometida durante los primeros meses de recuperación, comienza a pintar. Así conoce a Diego Rivera.

Fueron una pareja inmensamente caótica y tempestuosa, amor y odio se conjugaban en un romance que tuvo varias idas y vueltas, para siempre volver a estar juntos. Él era más de 20 años mayor que ella, pero eso no fue impedimento para quedar flechada apenas lo vio. En 1929, se casaron.
La infidelidad por las dos partes fue una constante en este matrimonio que se divorció en 1940, para volverse a casar en 1941. No tuvieron hijos, en 1932 Frida sufrió un aborto que la hundió más en la desesperanza. Vivieron una vida difícil de soportar para los estándares comunes de una pareja, sobrepasando los límites de lo convencional.

Las continuas infidelidades de Rivera durante su relación con Frida la hicieron sufrir mucho, aunque ella presumía de una gran libertad de pensamiento y desprejuicio. Al tiempo, comenzó a pagar a Diego con la misma moneda, pero redobló la apuesta. Frida le era infiel con hombres y con mujeres. Ambos sabían de estas historias extraconyugales y ambos las aceptaban, aún con las descomunales peleas entre ellos. La clave de su matrimonio estuvo no sólo en el amor, la pasión física y los intereses políticos comunes. Frida y Diego se admiraban profundamente, se respetaban como artistas y como seres humanos; no obstante, sus comportamientos eran controvertidos porque tenían 'los mismos códigos'.
      Diego Rivera pesaba 120 kilos y medía 1.85 metros. Al famoso pintor mexicano no le gustaba bañarse, su panza sobresalía de su cuerpo, le llamaban sapo y elefante, y era tan infiel tanto como le fuera posible; sin culpa, sin remordimiento y mucho menos la disposición de cambiar: «¿Las mujeres que he amado? Tuve la suerte de amar a la mujer más maravillosa que he conocido. Ella fue la poesía misma y el genio mismo. Desgraciadamente no supe amarla a ella sola, pues he sido siempre incapaz de amar a una sola mujer. Dicen mis amigos que mi corazón es un multifamiliar. Por mi parte, creo que el mandato "amaos los unos a los otros" no indica limitación numérica de ninguna especie, sino que antes bien, abarca a la humanidad entera.»

         Cuando se fue a estudiar a Europa conoció a Angelina Beloff, una artista que se enamoró inmediatamente de él. Se casaron y tuvieron un hijo, pero eso no sirvió para controlar las ansias infieles de Rivera. Dieguito, su hijo, murió catorce meses después de nacer pero el pintor ya tenía una relación simultánea con otra artista; la pintora Marie Bronislava Vorobieff-Stebelska, mejor conocida como Marevna y con quien también tuvo una hija llamada Marika Rivera.
       Poco tiempo después, el secretario de educación José Vasconcelos, lo llamó para que lo ayudara en la imperiosa tarea de reconstruir México y exaltar el nacionalismo que debería inundar todas las instituciones públicas. En 1921, Rivera abandonó definitivamente Europa y puso manos a la obra. Mientras trabajaba en sus murales conoció a la modelo Guadalupe Marín, con quien contrajo matrimonio y tuvo dos hijas: Ruth y Lupe; sin embargo, después de cuatro años, en 1928, se separó definitivamente de Guadalupe y un año más tarde se casó con Frida.

        Diego y Frida compartían su pasión por el comunismo, aseguran, Diego fue quien le pidió que se vistiera como tehuana. También era él quien terminaba sus lienzos, cuando Frida se aburría. Ella le dijo que volviera a su lado, después de que la policía la sometiera a arduos interrogatorios tras la muerte de Trotsky; que la amó con su alma, pero también la destruyó como a ninguna otra de sus amantes.
        Y ni siquiera la hermana de Frida se salvó de Diego Rivera. A pesar de que la infidelidad fue en 1935, permanecieron juntos hasta 1939; empero, en ese lapso, Frida decidió mantener una relación abierta con el pintor en la que ambos serían infieles. Después de eso, la pareja se separó sólo para volver a casarse un año después, en 1940.

         Mientras estaban lejos, Frida llena de ira y dolor, le escribe lo que siente y cuánto la ha herido: «Ahora que hubiera dado la vida por ayudarte, resulta que son otras las 'salvadoras'...»
«No me aterra el dolor y lo sabes, es casi una condición inmanente a mi ser, aunque sí te confieso que sufrí, y sufrí mucho, la vez, todas las veces que me pusiste el cuerno... no sólo con mi hermana sino con otras tantas mujeres... ¿Cómo cayeron en tus enredos?

Tú piensas que me encabroné por lo de Cristina pero hoy he de confesarte que no fue por ella, fue por ti y por mí, primero por mí, porque nunca he podido entender ¿qué buscabas, qué buscas, qué te dan y qué te dieron ellas que yo no te di? Porque no nos hagamos pendejos, Diego, yo todo lo humanamente posible te lo di y lo sabemos, ahora bien, cómo carajos le haces para conquistar a tanta mujer si estás tan feo hijo de la chingada...

[…] te escribo para decirte que te libero de mí, vamos, te "amputo" de mí, sé feliz y no me busques jamás. No quiero volver a saber de ti ni que tú sepas de mí, si de algo quiero tener el gusto antes de morir es de no volver a ver tu horrible y bastarda cara de malnacido rondar por mi jardín.

Es todo, ya puedo ir tranquila a que me mochen en paz.

Se despide quien le ama con vehemente locura, Su Frida.»
Su relación se convirtió en autodestrucción, enfermedad y sumisión; pero se quedaron ambos ahí, sin auto-respeto y presos de algo que les aniquilaba.

         Al final de su vida, la salud de Frida -siempre frágil-, decae. En 1953 ante la amenaza de gangrena, se le amputa desde la rodilla la pierna derecha. Frida Kahlo muere en la Casa Azul, el 13 de julio de 1954.

        1955: Diego profundamente abatido por la muerte de Frida, escribe: "Yo me he dado cuenta que lo más maravilloso que me ha pasado en mi vida ha sido mi amor por Frida".

martes, 27 de agosto de 2019

LA EROTECA: HAY PERSONAS QUE TIENEN SEXO, OTRAS QUE HACEN EL AMOR. ¿CUÁL ES LA DIFERENCIA?

No es un gran secreto: hay una diferencia primordial y tajante entre hacer el amor y tener sólo sexo. Las relaciones sexuales no implican siempre un idéntico motivo, ni persiguen igual fin. Por ello, es importante tener claro lo que se hace. El amor trae consigo el inevitable deseo de tener un íntimo contacto físico con quien lo inspira. No obstante, las relaciones sexuales no todas las veces son la equivalencia de que alguien esté enamorado.
         Aunque muchos tienden a confundirlos o concebirlos como iguales, no es lo mismo. Una delgada, pero muy importante línea, separa ambos conceptos. El amor es más exclusivo, el sexo puede llevarse a cabo incluso con varias personas.

       El placer físico es un ingrediente básico del amor, pero para alcanzar el coito no es necesario tener una flecha en el corazón. Hacer el amor es disfrutar, pero la principal motivación es conectar en un nivel emocional con la pareja; también significa deleitarse explorando el cuerpo, la mente y el interior de quien se ama, no sólo porque se intenta llegar al clímax, sino porque se está compartiendo una conexión realmente íntima. Por otro lado, en el sexo, la primera finalidad es llegar al orgasmo. En consecuencia, siempre que se hace el amor se tiene sexo, aunque no siempre que se practica sexo se está haciendo el amor.

         Entonces, una palabra elemental hace la diferencia: sentimientos. Porque hacer el amor conlleva tener relaciones sexuales con sentimiento. Esto quiere decir que se involucran las emociones de quienes lo consuman. Para tener sexo, en cambio, sólo se requiere satisfacer el deseo físico.
Es así como, tras un encuentro, muchos optan porque el amor sea aquéllo que siga uniendo sus corazones. Mientras, otros se dicen adiós y dejan de existir hasta una próxima oportunidad.

      Cuando se hace el amor, lo que se busca, es el contacto emocional y compartirlo todo. Se entra en un terreno propio del romanticismo. No ocurre lo mismo cuando se tiene sexo, pues en este último, como acto netamente físico que es, se tiene el coito como único objetivo.

ELEMENTOS DIFERENCIALES IMPORTANTES


Existen puntos clave que dan pauta para diferenciar cuando las relaciones sexuales tienen como base el sentimiento, y cuando son sólo el caso de darle placer al cuerpo.
1. El lenguaje: Cuando se ama hay más sensualidad, se apuesta más al juego previo y a las caricias. La delicadeza de las palabras juega un rol importante antes de alcanzar la penetración. En cambio, el sexo va más al grano y sólo la excitación y el orgasmo acaparan el cuerpo y los pensamientos.

2. La gratificación: Cuando se hace el amor, se piensa mucho en alcanzar el placer mutuo y en cómo satisfacer a la pareja. El sexo es más egoísta y lo que busca primeramente, es la autogratificación. El orgasmo da la felicidad, sin importar qué tan complacida se sienta la otra persona.

3. El tiempo: Cuando se hace el amor se invierte espacio en seducir, para el sexo cualquier momento o circunstancia son buenos. Tras el acto, se comparte con el otro cuando se hace el amor, mientras que cuando sólo se trata de sexo todo se acaba con el orgasmo.

4. Las expectativas: Las parejas que hacen el amor, comparten sueños de vida y metas a alcanzar. Aspiran a continuar sus caminos juntos y pueden intercambiar confidencias en la cama. En cambio, quienes se centran en el sexo no tienen más compromiso que desvestirse y volverse a vestir.
La relevancia de diferenciar las dos acciones, es porque todo depende de lo que se busque. Es trascendente diferenciar ambas posturas en una relación, porque evita que la confusión termine haciendo daño a alguno de los implicados. De cualquier modo, debe tenerse en cuenta lo siguiente:

En ocasiones una de las personas apuesta por los sentimientos, mientras la otra sólo está buscando satisfacer el cuerpo.

Entre tener sexo y hacer el amor, no hay uno que sea mejor o peor que el otro, siempre y cuando las dos personas estén de acuerdo en lo que se busca.
Cada persona necesita tener conocimiento de lo que está haciendo, porque la intimidad forma parte de la vida.

Si se quiere o no compromiso a la hora de un encuentro íntimo, debe ser una decisión consciente que merece respeto.

Si no se conoce cuál es el límite del acto, alguien podría enamorarse desconociendo que no hay nada más allá del orgasmo y para cuidar las emociones, es importante saber cuál es la diferencia entre hacer el amor y tener sexo.

El sexo es un estado de inconsciencia...

El sexo es una cuestión de física y química.
Hoy está, mañana no se sabe.

El sexo es un deseo que se satisface en una noche.
Es la causa por la cual el hombre se pierde a sí mismo.
El sexo drena la energía del ser humano, no es constructivo.
Cuando sólo hay sexo después viene la separación, porque luego de terminar el acto sexual cada uno se separa.
Tampoco hay gratitud en el espíritu, es meramente mecánico.

El amor es un estado de consciencia...

En el amor hay un intercambio. Yo doy y tu recibes.
Amar es estudiar a la persona que tenemos al lado, con la mente, el corazón, el cuerpo.
Amar es olvidarse de las ofensas, es tocar la piel para conocer el alma del amado.
Es disfrutar de la compañía del otro, sin expectativas.
Es agradecer luego de hacer el amor.

Es la aceptación de lo que la persona fue, es y será.


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sábado, 24 de agosto de 2019

EL MITO DE SÍSIFO EN LA FILOSOFÍA DEL ABSURDO Y EL EXISTENCIALISMO. SU PARALELISMO METAFÓRICO CON A. CAMUS

    Todos somos 'Sísifo', han dicho. Sísifo había sido inexorablemente condenado por los dioses a realizar una actividad absurda. Albert Camus (1913-1969), escritor y pensador existencialista formado bajo el influjo de Schopenhauer y Nietzsche, recrea este viejo mito griego considerándolo una expresión o metáfora de la existencia humana en la vida moderna.
     "El mito de Sísifo", es un ensayo filosófico de Camus, originalmente publicado en francés en 1942 como Le Mythe de Sisyphe. La obra se abre con la siguiente cita de Píndaro:

«No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible.»

El título del ensayo proviene de un atribulado personaje de la literatura griega. En él, Camus discute la cuestión del suicidio y el valor de la vida, presentando el mito de Sísifo como metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre. En ese sentido, plantea la filosofía del absurdo, que mantiene que nuestras vidas son insignificantes y no tienen más valor que el de lo que creamos. Siendo el mundo tan fútil, el filósofo pregunta, ¿qué alternativa hay ante la disyuntiva y el conflicto de dar término a la vida? De esta forma, el análisis se inicia con el planteamiento de un problema filosófico realmente importante: el suicidio.

SÍSIFO CONCEBIDO EN LA MITOLOGÍA GRIEGA


Sísifo, dentro de las representaciones míticas de Antigua Grecia, hizo enfadar a los dioses por su extraordinaria astucia. Como castigo, fue condenado a perder la vista y a empujar perpetuamente un peñasco gigante montaña arriba hasta la cima, sólo para que volviese a caer rodando hasta el valle, desde donde debía recogerlo y empujarlo nuevamente hasta la cumbre y así indefinidamente.
Él era un rey de Corinto y su mujer se llamaba Merope, y era una de las Pléyades. Una vez, estaba Sísifo recostado junto a su palacio y vio en los aires un águila grande y hermosa que llevaba en sus garras una mujer joven, y estaba a punto de aterrizar en una isla cercana. Entonces se apareció el dios Asopo, que era el padre de la joven y le preguntó que si había visto pasar a Zeus convertido en águila con su hija en las garras. Sísifo le dijo que sí y le indicó la isla en la que aterrizó.

Asopo fue allí, pero Zeus lo espantó con un rayo. Zeus se dio cuenta que Sísifo le había dicho a Asopo dónde se encontraba y lo envió para el Hades a cumplir una sanción.

Cuando Sísifo se vio muerto, le dijo a Merope -su mujer- que no le enterrara, que se comprometía a regresar vivo. Llegó al Hades y se presentó donde Proserpina y le dijo que él no tenía porqué estar allí, ya que no le habían enterrado, que le dejara volver a la Tierra para que le hicieran los funerales y que después volvía.
Proserpina le dejo ir, pero Sísifo no volvió y se quedó viviendo en la Tierra. Zeus se enteró de esto y ordenó a Mercurio, el mensajero de los dioses, que lo remitiera de nuevo para el Hades a cumplir su condena. El castigo era empujar una piedra muy grande y pesada hasta la punta de una colina, pero cuando llegaba allí la soltaba y empezaba a correr para abajo y la piedra detrás como a aplastarlo, pero nunca lo alcanzaba; cuando llegaban abajo, volvía a repetir la misma tarea.

De aquí, el dicho de la piedra de Sísifo para los trabajos interminables y repetitivos.

ALBERT CAMUS Y SU ABISMO ABSURDO Y EXISTENCIALISTA


Camus, desarrolla la idea del 'hombre absurdo' o con una 'sensibilidad absurda'. Es aquél que se muestra perpetuamente consciente de la completa inutilidad de su vida. También es aquél que, incapaz de entender el mundo, se confronta en todo momento a esta incomprensión. El hombre rebelde será, por lo tanto, aquél que se encuentre en cada instante frente al mundo: "El rebelde no niega la historia que le rodea y trata de afirmarse en ella. Pero se encuentra ante ella como el artista ante lo real, la rechaza sin eludirla. Ni siquiera durante un segundo hace de ella un absoluto".
Para explicar su teoría, Camus se basa en una ética de cantidad, no de calidad, que acumule el mayor número de experiencias. Esta 'eterna vivacidad', este eterno confortamiento con el absurdo mediante el mayor número de experiencias, es justamente lo que daría sentido a no renegar del absurdo. En este punto, Camus muestra cómo su existencialismo no promueve el quietismo y la pasividad ante el absurdo. Aceptar el absurdo, afirma, es la única alternativa aceptable al injustificable salto de fe que constituye la base de todas las religiones (e incluso del existencialismo, que por ende Camus no aceptaba completamente). Aprovechándose de numerosas fuentes filosóficas y literarias, y particularmente de Dostoievski, Camus describe el progreso histórico de la conciencia del absurdo y concluye que Sísifo es el héroe absurdo definitivo.

En su ensayo, Albert Camus afirma que Sísifo experimenta la libertad durante un breve instante, cuando ha terminado de empujar el peñasco y aún no tiene que comenzar de nuevo. En ese punto, Camus sentía que Sísifo, a pesar de ser ciego, sabía que las vistas del paisaje estaban ahí y debía haberlo encontrado edificante: "Uno debe imaginar feliz a Sísifo", declara; por lo que, aparentemente, lo salva de su infortunio suicida.

Camus es un escritor que parte de la existencialidad que tiene la existencia como algo dado y que sólo acepta eso como punto de partida para que el hombre pueda resolver la única cuestión de importancia vital, a saber: si es que vivir merece o no la pena, si es que efectivamente puede tener sentido el ser hombre.​
La obra se cierra con un apéndice sobre la obra de Franz Kafka, interpretada finalmente de manera similar, en términos de un esteticismo; a su modo, esperanzador.

El mito de Sísifo se forja como una metáfora, describiendo todo lo que abruma a los hombres hoy en día, así como a Sísifo y diferentes héroes antiguos a soportar las diferentes pruebas o castigos a los que eran impuestos para conseguir libertad o ser acreedores a ciertos beneficios; en el mundo contemporáneo serían los diferentes sentimientos y probanzas que la vida pone enfrente y la manera en que el hombre comienza o está dispuesto a superarlas, con la propia convicción de saberse el único con el poder para hacerlo.

El existencialismo presente en El mito de Sísifo, nos presenta la capacidad de elección en la toma de decisiones individuales que confieren a cada persona encontrar el sentido a su propia existencia. Es una alerta a la conciencia.
Camus intenta una reconstrucción por vía del análisis de signos de la vida contemporánea. En él, el vínculo entre filosofía y literatura responde al esfuerzo por sensibilizar al hombre contemporáneo, frente a la urgencia de emprender una re-invención de la civilización; al tiempo que da cuenta de su pensamiento de que el hombre absurdo, por excelencia es creador.

¿Por qué fue condenado a empujar incesantemente una roca hasta la cumbre de una montaña? Cuando estaba a punto de morir, quiso poner a prueba el amor de su mujer, ordenándole que no enterrara su cuerpo sino que lo abandonara. Sísifo murió, y ella obedeció la orden tan contraria al amor humano; ya en el Hades o infiernos, obtuvo el permiso para volver a la Tierra momentáneamente, para castigar a su mujer. Pero de nuevo en el mundo de los vivos, el astuto Sísifo se vanagloriaba del éxito de su estratagema, manifestando a todo el mundo que no tenía intención de volver a los infiernos. Así, "durante muchos años más vivió ante la curva del golfo, la mar brillante y las sonrisas de la Tierra". Pero, cumpliendo un decreto divino, lo tomaron por el cuello y lo devolvieron a la fuerza a los infiernos, donde ya habían preparado su fatalidad y su roca.

         Los dioses habían condenado a Sísifo a empujar sin cesar esa roca hasta la punta de una montaña, desde donde la piedra volvería a caer por su propio peso. Habían pensado, con algún fundamento, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza.
Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su porvenir le pertenece. Su roca es su cosa. Del mismo modo el hombre absurdo, cuando contempla su tormento, hace callar a todos los ídolos. En el universo vuelto de pronto a su silencio, se alzan las mil pequeñas voces maravillosas de la Tierra. Llamamientos inconscientes y secretos, invitaciones de todos los rostros constituyen el reverso necesario y el premio de la victoria. No hay sol sin sombra y es necesario conocer la noche. El hombre absurdo dice que sí y su esfuerzo no terminará nunca. Si hay un destino personal, no hay un destino superior; o por lo menos, no hay más que uno al que juzga fatídico y despreciable. Por lo demás, sabe que es dueño de sus días. En ese instante sutil en que el hombre vuelve sobre su vida, como Sísifo vuelve hacia su roca; en ese ligero giro, contempla esa serie de actos desvinculados que se convierten en su suerte, creada por él, unida bajo la mirada de su memoria y pronto sellada por su muerte. Así, persuadido del origen enteramente humano de todo lo que es humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha. La roca sigue rodando.

Sísifo al pie de la montaña, siempre vuelve a encontrar su carga. Pero enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. Él también juzga que todo está bien. Este universo, por siempre sin amo, no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada trozo mineral de esta montaña, llena de oscuridad forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas, basta para llenar un corazón de hombre.

Volver al pie de la montaña y reanudar el camino hasta la cumbre, es una representación del constante recomenzar de muchas actividades humanas. Cuando dominamos un procedimiento o un arte, éste ya está obsoleto. Cuando con esfuerzo hemos logrado la satisfacción de un deseo, renace uno nuevo. Es necesario reconquistar constantemente valores como la libertad, la democracia, la autenticidad.
El absurdo. Gran parte de nuestra vida está fundamentada en la esperanza en el mañana, a pesar de que el mañana nos acerca más a la muerte. Las personas viven como si no tuvieran la certeza de la muerte. Una vez despojado de sus romanticismos comunes, el mundo es un lugar extraño e inhumano. Pero hace falta imaginar a Sísifo feliz. La toma de conciencia de la propia condición y el no optar por el camino fácil de la sumisión, es lo que puede colmar el corazón de un ser humano. La ética de Camus es la ética de la lucha, el esfuerzo y la revuelta... Y desde el momento en que se le reconoce, el absurdo se convierte en una pasión, en la más desgarradora de todas.