Nos
despedimos hace unos días. Después de unos meses en Boston hace ya tiempo, ahora había conseguido
trabajo en un proyecto temporal, en un pequeño pueblo en el estado de Indiana. El sueldo es mucho más
atractivo que en España y eso me permitirá pagar el máster que planeo cursar y
ahorrar dinero. Este trabajo supone un buen impulso para mi carrera, aunque tendré que trabajar mucho; así que durante un tiempo mi intención es progresar en lo económico y en lo profesional, para más adelante volver a España. El único inconveniente, es dejar un poco de lado mi relación con esa mujer amorosa y ardiente en más de un aspecto, a la que amaba.
Ayer
llegué a casa después de trabajar, cuando oí que vibraba el móvil. Se trataba de
una llamada de ella. Tenemos una relación desde antes de que viniese a Estados
Unidos y decidimos continuar, sin embargo, la distancia no es fácil. Pero
teníamos que apaciguar de alguna forma nuestro deseo mutuo. Ese deseo desbordante y esa pasión delirante que desde entonces nos ha unido hasta ahora.
Ella: No puedo dormir.
Yo: Es tarde en España,
mañana trabajas.
Ella: Tengo frío en la cama.
Cuando estabas aquí me pegaba a ti y te acomodaba el brazo para que me abrazaras.
Yo: Sabes que no puedo
arroparte.
Ella: Me hacía una bolita
pegando el culo contra ti y apretando tu mano contra mi pecho… Siempre te
ponías duro…
Empecé a sentir una presión
en el pantalón. Ella vio que había leído el mensaje y que seguía conectado.
Ella: Empezabas a morderme
el cuello y yo me removía como resistiéndome, pero lo que hacía era frotarme
contra ti, me gustaba sentirte.
Ya no pude más y respondí...
Yo: Enseguida notaba como tus pezones se iban poniendo duros.
Ella: Tengo ya los pezones
duros y estoy empezando a tener calor.
Yo: Me gustaba acariciarte
alrededor de los pezones, que se marcaran bien y pellizcarte la punta.
Ella: Uhmmm, sí, me acabo de
pellizcar, me tienes muy dura. Después me apretabas un seno con fuerza y
deslizabas el otro debajo del camisón.
Yo: Siempre tenías las
bragas mojadas… pero te hacía esperar, te pasaba el dedo por las ingles
mientras tú apretabas mi mano porque la querías sentir ahí.
Ella: Sí, me volvía loca
sentir el roce de tu mano en mi sexo y sólo estaba deseando que posaras tus
dedos en mi clítoris.
Yo: Con la otra mano te
sacaba el camisón…
Ella: Sentía tu calor en mi
cuerpo un momento, tú siempre dormías sin pijama. Me giraba hacia ti y
disfrutaba de la cara de lujuria que ponías al ver mi pecho desnudo.
Yo: No duraba mucho, pues
agarraba tu pecho desde abajo y me lo llevaba a la boca. Cómo me gustaba jugar
con tus tetas, llenarme la boca con ellas, tocar tu pezón con mi lengua.
Ella: Eso me ponía muy
caliente, cada vez que sentía tu lengua en mi pezón sólo podía pensar en sentir
tu pene con mi lengua.
Yo: Me mordías el cuello y
empezabas a bajar muy lentamente, apretando tu sexo contra mi pierna y rozando
tus pezones contra mi pecho. Me ponía full sentir tu humedad a lo largo de mi
pierna a la vez que lo duro de tus pezones.
Ella: Uhmmm, me encantaba el
roce de tu pierna mientras bajaba y te iba pegando mordisquitos en el cuello,
el pecho, el abdomen… deseando llegar a tu miembro que sentía tan duro contra mis
tetas. Pero yo bajaba lentamente disfrutando de hacerte sufrir, de sentir todo
el deseo que tenías.
Yo: Sí, en esos momentos me
moría de ganas de sentir tus labios. Sólo de recordarlo me estoy volviendo
loco, llevo un rato que estoy escribiendo con una mano mientras pienso en ti.
Ella: Me pone mucho que
estés pensando en mí mientras me toco. Tengo dos dedos que los estoy chupando
como si fueses tú, mientras la otra mano está en la humedad de mi vagina…
Yo: Recuerdo cómo me la
chupabas, alternando el metértela entera con jugar con la punta… Cuando me
chupabas la puntita mientras me mirabas con esos ojos de cachonda, yo no podía
más.
Ella: Veía tu cara de placer
y así sabía lo que era capaz de hacerte disfrutar y que en ese momento era lo que
más deseabas en el mundo. Cuando ya no podías más, ponías tu mano en mi cara y
me empujabas suavemente hacia arriba. Pero a mí me gustaba llevarte al límite y
no separaba mi lengua de ti.
Yo: Y hasta que ya el deseo me
volvía más primario, te giraba sin contemplaciones y bajaba para que mi lengua
se hundiese en tu humedad.
Ella: Siempre buscaba llevarte
a ese punto, que sintieras un deseo animal, que todo tu cuerpo sólo pudiese
pensar en compartir placer conmigo.
Yo: Eres lo único en lo que
puedo pensar ahora mismo, en llevar mi lengua a tu clítoris mientras mis dedos
exploran tu cueva. Concentrarme en darte placer, mientras tus dedos se clavan en
mi pelo…
Ella: Abandonarme al
placer y dejarte hacer.
Yo: Recorrerte toda. Tus labios, tu
clítoris, tu interior… Y saborearte mientras escucho cómo gimes y tu cuerpo se
arquea para recibir el placer.
Ella: Hasta que te digo que
quiero sentirte dentro de mí, mientras clavo de nuevo con fuerza mis dedos en tu pelo...
Yo: Me gusta sentirte
entregada y no paro de saborearte y tocarte hasta que ya no puedes hablar, sólo
gemir y empiezo a sentir tus espasmos.
Ella: Sí, haces que me corra
de gusto… Y cuando ha terminado el orgasmo, me das un beso en donde más me
gusta.
Yo: Después te pones encima
y tengo la mejor vista posible, tu pecho desnudo subiendo y bajando con una
cara de excitación que es lo mejor que puede encontrarse.
Ella: Tanto como ver tu cara
de placer, sentir que soy yo quien te está haciendo disfrutar tanto.
Yo: Empezabas a marcar el
ritmo, primero despacio; recuperándote del primer orgasmo, pero poco a poco
ibas aumentando el ritmo.
Ella: Me agarrabas con deseo
el culo y me acompañabas en el movimiento, mientras iba aumentando el ritmo y
me penetrabas al compás. Cada vez más
rápido, hasta que me apoyaba encima de ti y tú me embestías con un ritmo
frenético.
Yo: Apoyabas tus senos en mi
pecho y tu boca quedaba junto a mi oreja, oyendo tus gritos mientras te llegaba
el orgasmo. Después de eso, sólo conseguía aguantar a que terminara tu orgasmo
antes de correrme yo.
Yo: Me pones demasiado, me
voy a correr...
Ella: Me vengo... Que te
corras pensando en mí, me pone a mil. Cuando vuelvas a España, quiero jugar
contigo. Hacer todo contigo. Estar contigo una vez más.
Yo: Y yo hacerte gemir como nunca.