La ideología de Bakunin reposa en una coyuntura de implacable y severo materialismo. El hombre, ser
material, nace en un mundo donde existen algunas grandes realidades inevitables
y evidentes, a las que es preciso acomodarse; y varias abstracciones
corporeizadas, inútiles y despóticas, que entorpecen la vida racional del ser,
y contra las que es posible y necesaria la rebelión.
Las
dos grandes realidades son la Sociedad y la Naturaleza. La Religión, con la
Moral y la Iglesia como consecuencias principales, y el Estado, con la Ley y el
Gobierno como resultantes más inmediatos, son las dos abstracciones esenciales
que una parte de los hombres ha convertido en eficacísimos medios de oprimir y
expoliar al resto de sus semejantes.
No
cabe el evadirse a la Naturaleza, cuyas condiciones de relación con la
Humanidad hay que conocer y observar estrictamente, si no se quiere ser
aplastado por los hechos naturales al seguir éstos su curso lógico. Por lo que
toca a la Sociedad, Bakunin la mira -igual que a la Naturaleza- como un hecho
fatal, inmenso, ineludible, que no puede controvertirse ni definirse, ni como
bien, ni como mal. Es simplemente, una realidad superior y anterior a todas
las voliciones y a todas las posibilidades humanas.
Como la Naturaleza, como la Vida misma, la Sociedad tiene que admitirse sin discusión. Así como al descontento de haber nacido en la Tierra no le queda ni aun la solución de arrojarse fuera del Orbe, al descontento de la Sociedad, como al descontento de la Naturaleza, y como al descontento de la Vida, no se le ofrece salida posible.
Como la Naturaleza, como la Vida misma, la Sociedad tiene que admitirse sin discusión. Así como al descontento de haber nacido en la Tierra no le queda ni aun la solución de arrojarse fuera del Orbe, al descontento de la Sociedad, como al descontento de la Naturaleza, y como al descontento de la Vida, no se le ofrece salida posible.
El
anarquista verdadero no es, pues, un negador de la Vida, un enemigo de la
Sociedad, un partidario de la Nada. El nadista, suponiendo que lo haya, no es
precisamente el anarquista. Este, por el contrario, ama la Vida y la Sociedad y
quiere la exaltación de ambas dentro de la razón y de la Naturaleza; luchando,
en consecuencia lógica, contra las instituciones absurdas y antinaturales que
niegan la Vida, constriñen la Libertad y convierten la Sociedad espontánea en
un rebaño organizado por medios coactivos.
Entonces la
razón que en principio asiste a Bakunin y a los anarquistas, resplandece,
deslumbradora, en infinidad de casos. Es, por lo tanto, el Estado con sus
consecuencias, Ley, Gobierno, Coacción, y no la Sociedad, lo rechazado y combatido
por Mijaíl Bakunin.
RELEVANCIAS BIOGRÁFICAS
Mijaíl
Alexandrovich Bakunin (en ruso Михаил Александрович Бакунин) nació en Priamujino-Rusia, en 1814 y murió en Berna-Suiza,
en 1876. Teórico político revolucionario fue uno de los fundadores
del anarquismo, dentro del cual defendió la tesis colectivista y; crítica e intensamente, el ateísmo. Nació en el seno de una familia aristocrática. Hijo de un
terrateniente de ideas liberales, Mijaíl Bakunin estudió en la escuela de
artillería de San Petersburgo y llegó a ser oficial de la guardia imperial. Siguiendo
el deseo paterno ingresó en la academia militar, pero abandonó la carrera de
las armas en 1836. Enviado a una unidad militar en la frontera polaca, se
ausentó sin permiso y a punto estuvo de ser juzgado por deserción. Tras
abandonar el ejército, comenzó a interesarse por la filosofía, principalmente
por la obra de los alemanes Fichte y Hegel y fue a estudiar dicha materia en
Moscú y San Petersburgo.
En 1840 viajó a Europa, obtuvo de su padre la autorización
de salir al extranjero para estudiar en la Universidad de Berlín; en Berlín
tuvo oportunidad de conocer las teorías de los neohegelianos de izquierda y de
los socialistas utópicos franceses (Henri de Saint-Simon, Robert Owen y Charles
Fourier). Más tarde se trasladó a Dresde, ciudad en la que publicó un periódico
radical que se puede considerar su primer manifiesto revolucionario y donde
entró en contacto con diversos círculos. Continuó viajando por Europa durante varios años donde
por último, recaló en París; ahí residió entre los años 1842 y 1848 coincidiendo con pensadores revolucionarios como Alexander Herzen, Pierre
Joseph Proudhon y Karl Marx.
Tomó parte en las revoluciones de 1848 y 1849 en París y
Alemania. Tras su participación en las insurrecciones de Praga y Dresde (1848),
es detenido en Sajonia (1849) y condenado a muerte.
Detenido
y condenado a muerte, la pena no se ejecutó y Bakunin fue entregado al gobierno
ruso, que lo encarceló por siete años y en 1857 lo desterró a Siberia. Entregado
a Rusia, el zar, que está al corriente de toda la actividad subversiva de
Bakunin, ordenó personalmente que se le confinase de por vida en una mazmorra. Conmutada
la cadena perpetua por destierro, según parece, el gobernador de Siberia,
Muraviev, era primo de la madre de Bakunin y gracias a ello se le concedió un
permiso para salir de allí; escapó en un barco estadounidense que lo llevó a
Japón, luego a Estados Unidos y posteriormente, en 1861, se trasladó a Londres donde residiría cuatro años.
Desde
esta fecha hasta su muerte, se dedicó a difundir el pensamiento anarquista por
todo el territorio europeo. En 1864 fundó en Ginebra la Hermandad Internacional de la
Democracia Social, organización revolucionaria que se disolvió al integrarse en
la I Internacional, en 1867. En este mismo año se dirigió a Suiza, donde apoyó
la Liga de la Paz y la Libertad a la que pertenecían personalidades como
Giuseppe Garibaldi, Louis Blanc, Victor Hugo y John Stuart Mill.
En
el II Congreso de la Liga, en 1868, él y su grupo se separaron de la Liga para
establecer su propia organización: la llamada Alianza Internacional de la Democracia Socialista.
El programa de dicha Alianza, reivindicaba una serie de reformas que constituían la base de la
doctrina política de Bakunin: la supresión de los Estados nacionales y la
formación en su lugar de federaciones constituidas por libres asociaciones
agrícolas e industriales; la abolición de las clases sociales y de la herencia,
la igualdad de sexos y la organización de los obreros al margen de los partidos
políticos. A fines de año, Bakunin se mudó a Ginebra.
En
1869 la Alianza se unió a la Internacional Obrera. En la Iª Internacional Bakunin emerge como líder de un importante bloque, en oposición a Karl Marx. El
enfrentamiento concluyó con la expulsión de Bakunin.
En
1870 fundó el Comité para la Salvación de Francia, asociación que dirigió la
insurrección de la Comuna de Lyon. Durante la Iª Internacional, las diferencias
entre sus ideas y el autoritarismo de Marx llevaron a la expulsión de los
anarquistas del seno de la organización durante el congreso de La Haya,
celebrado en 1872. En 1874 participó en un fallido intento de insurrección en
Bolonia. El final de su vida lo vivió en Suiza sumido en la miseria.
Mijaíl
Bakunin pasó sus últimos años en Berna, viviendo pobremente y sin más aliento
que la correspondencia que mantenía con pequeños grupos anarquistas. Falleció el 1 de julio de 1876. Expuso su
pensamiento en una voluminosa obra, y fue su discípulo James Guillaume quien,
entre los años 1907 y 1913, en París, se encargaría de recopilar y editar todos
sus libros. Del conjunto de su voluntariosa obra destacan 'El llamamiento a los
eslavos', que denuncia a la burguesía como fuerza intrínsecamente
antirrevolucionaria y propugna la creación en Europa Central de una federación
libre de gentes eslavas y 'El catecismo revolucionario'.
Asimismo de
los numerosos escritos recogidos en los cinco volúmenes de sus obras completas
cabe destacar, entre otros, los agrupados bajo el título 'La revolución social
en Francia' (1870-1871), 'Estatismo y anarquía' (1873) y su obra más conocida,
escrita entre febrero y marzo de 1971 y publicada por El Viejo Topo, 'Dios y el
Estado'.
El cúmulo de ideas de Bakunin presenta dos aspectos fundamentales: destructivo-negativo, el uno; constructivo-positivo, el otro. Al primero pertenece la labor de crítica
religiosa y la de lucha revolucionaria contra el Estado, que no es la Sociedad,
sino sólo una de sus formas históricas y; por ende, la más brutal y abstracta.
No obsta que, en alguna ocasión, el Estado quiera el bien general y trate de
imponerlo. También contra este bien hay que luchar, porque no es bueno nunca lo
que de grado no se acepta y de corazón no se ama. De modo que, en todos los
casos, el deber del revolucionario, del anarquista, está en combatir todas las
manifestaciones estatales y demoler todas las instituciones que emanen del
Estado, sin dejar jamás de atacar, a la vez, el 'estatismo espiritualista' que todas las confesiones religiosas pretenden imponer a sus creyentes.
Despedazar la Religión y el Estado para manumitir, moral y materialmente, a todos
los hombres, es el objeto.
La
parte constructiva del anarquismo, se refiere a la reorganización social en la
Anarquía. Mijaíl Bakunin rebate la teoría de que, hecha la Revolución, sea un número
determinado de hombres el que se encargue de reconstruir la Sociedad. La
creencia bakuninista es muy otra, y propugna la conveniencia de dejar al pueblo
dueño de sus destinos, para que él mismo, siguiendo sus propios sentires, al
margen de toda imposición, de toda dictadura permanente o provisional, se trace
sus normas de conducta y se organice como bien le parezca. "Que todas las
pasiones se exacerben, que se desencadenen todos los instintos -decía Bakunin-
Y de ese temporal humano saldrá la armonía del porvenir".
En todo lo anterior, expuestas
quedaron las ideas principales de carácter práctico que distinguieron e
individualizaron la ingente personalidad filosófica de Bakunin. Finalmente, está la transcripción de las palabras con que el gran agitador define las
aspiraciones supremas del individuo en su marcha ascendente de la fatalidad
ciega al libre albedrío, de la Autoridad (autocracia) a la Libertad (acracia):
"Insignificante y perecedero, gota impalpable en el mar sin orillas de la evolución universal, con dos eternidades desconocidas, detrás una, delante la otra, el hombre activo, pensante, consciente, reposa, orgulloso, en el sentimiento de la libertad, que él mismo se labra, alumbrando, libertando, revolucionando al mundo que le rodea. Este es su consuelo, su premio y su paraíso... Su palabra postrera, su pensamiento más profundo sobre la unidad del Universo, será el sentimiento de la 'eterna transformación universal', esto es un movimiento sin principio ni fin, ilimitado. Lo opuesto a cualquier clase de providencia, la negación absoluta de Dios".