lunes, 8 de julio de 2019

JOVEN HOLANDESA SE DEJÓ MORIR DE SED Y HAMBRE. LE FUE NEGADA LA EUTANASIA QUE SOLICITÓ PARA TERMINAR SU SUFRIMIENTO

En principio, la eutanasia debería ser un derecho humano ante el Estado y la sociedad y no un lamento desgarrador de sufrimiento innecesario, impuesto en circunstancias insoportables para quien lo padece. Fue hace unos días, en el mes de junio que Noa Pothoven, la joven de 17 años que solicitó la eutanasia en Holanda por sufrir estrés postraumático y depresión murió. A pesar de que la eutanasia es legal en ese país desde el año 2002, los casos de enfermos psiquiátricos siguen levantando mucha controversia. Si bien, la eutanasia está permitida, Noa no estaba enferma de alguna afección terminal, pero sí de una depresión crónica que le impedía seguir adelante.
Aunque no es compasivo obligar a sufrir, hay miles de pacientes en una situación de padecimiento y que no se les permite morir dignamente, ya que ante la omisión o la negación a sus peticiones se les obliga a morir con poca dignidad. Lo cual no tiene sentido, cuando se piensa que por derecho debería traspasarse tal decisión a la persona que está en esa condición determinada. Y que el yugo social y el Estado obligue a sufrir, es también un sinsentido, porque no existe ninguna razón laica ni suficiente que lo justifique.

Noa Pothoven pedía morir desde hace años y cuando cumplió 17, su deceso se hizo efectivo. Ella murió en su casa de Arnhem Holanda, acompañada de sus padres y el personal médico correspondiente; pero no fue producto de la eutanasia que pidió durante años pero le negaron, sino de que simplemente dejó de comer y murió de inanición.

La holandesa contó en un libro autobiográfico el sufrimiento que padeció durante años por haber sido violada.

"(Sobre)vivir. En mi libro leerás cómo lo hago. O, en cualquier caso, cómo lo intento".
Así resumía su autobiografía titulada "Winnen of leren" ("Ganar o aprender") en donde narró años de sufrimiento, tras haber sido víctima de abusos sexuales y de una violación cuando era niña.

Pothoven anunció a finales de mayo a través de Instagram que había decidido poner fin a su vida, con conocimiento y consentimiento de sus padres, después de años de padecer estrés postraumático, depresión y anorexia a causa de los abusos.

"Estoy exhausta tras años de lucha y he dejado de comer y beber. Después de muchas discusiones y análisis de mi situación, se ha decidido dejarme ir porque mi dolor es insoportable", escribió. Antes de dejarse morir, escribió aquel libro autobiográfico contando su historia.

La información sobre los detalles de la muerte de la joven, de la que no se difundió una causa oficial, fue confusa en los primeros momentos. Algunos medios dijeron que los médicos estuvieron presentes, mientras otros apuntaron que fueron sus padres quienes la asistieron.
Ante esta contradicción, la clínica especializada en eutanasia Levenseinde, situada en La Haya, dijo en un comunicado: "Noa Pothoven no murió por eutanasia. Para poner fin a su sufrimiento, dejó de comer y beber".

Noa murió en una cama de hospital en el salón de su casa y su mensaje de despedida, fue muy claro: "El amor es dejar ir".

UNA DECISIÓN SIN RODEOS


Asimismo, Noa se despidió de sus seguidores en Instagram con un mensaje en el que comunicó su decisión de morir.
"No me voy a andar con rodeos: voy a estar muerta como mucho en diez días. Tras años de pelea, mi lucha ha terminado. Por fin voy a ser liberada de mi sufrimiento, porque es insoportable. No me intentéis convencer de que esto no es bueno. Es una decisión bien considerada y definitiva", escribió la joven en una publicación que ya no está disponible en la red social.

"En realidad ya hace tiempo que no vivo, sobrevivo, e incluso eso casi no lo hago. Respiro, sí, pero ya no vivo".

La joven anunció que había dejado de comer y beber desde hacía unos días y que estaba decidida a morir rodeada de sus padres, amigos y seres queridos.

LA RAÍZ, UN TRAUMA INSOPORTABLE


Noa era conocida en Holanda por su libro autobiográfico en el que relataba los abusos y agresiones sexuales de los que fue víctima, y su posterior lucha, por intentar superar el trauma. La obra -publicada el pasado noviembre-, destacó por su franqueza y desgarro, y recibió varios premios en el país noreuropeo.
En su libro autobiográfico, "Winnen of Leren", relató cómo fue abusada sexualmente por un familiar a los 11 años; luego a los 12 y finalmente, violada y golpeada por dos hombres en un callejón. Tenía 14 años en esta ocasión.

Los sucesos provocaron en ella una depresión que llevó a varios intentos de suicidio, además de una insuperable anorexia. Noa explicó su necesidad de morir de forma tranquila, sin dolor, para así terminar de revivir los sucesos que la atormentaban a cada hora.

"Estuve deliberando por un tiempo si debía o no compartir esto, pero decidí hacerlo de todos modos. Tal vez esto sea una sorpresa para algunos, pero mi plan ha estado allí durante mucho tiempo y no es impulsivo", sostuvo.

El miedo y la vergüenza por las agresiones sufridas hicieron que mantuviera silencio, y empezó a escribir un diario para intentar sobrellevar el trauma. El diario se convirtió en su exitoso libro.
Según comentó la joven, el objetivo de hacer pública su odisea fue intentar acabar con los tabús en torno a este tema y dar apoyo a jóvenes que atravesaran una crisis similar. Y mientras Noa hablaba sobre cómo mejorar la vida de los demás, la suya seguía deteriorándose.

En el libro, la joven describió los distintos ingresos forzosos en centros de atención a menores a los que fue sometida, los intentos de suicidio y los trastornos alimenticios que le impedían disfrutar de una vida normal.

"Este libro -dijo en su momento la madre de Noa, Lisette- debería ser de obligada lectura no sólo para quienes trabajan en el campo de la salud, sino también para abogados infantiles y las instituciones de atención a la juventud".

SU PETICIÓN PARA MORIR


En su biografía, Noa apuntó sus deseos de solicitar la eutanasia -legal en su país desde 2002- y que también se puede pedir y aplicar en casos de sufrimiento psicológico insoportable.
A mediados de 2018, la joven se acercó sin conocimiento de sus progenitores a la citada clínica Levenesinde para preguntar si se podía someter a eutanasia o a suicidio asistido. Pero, le dijeron que no:

"Piensan que soy muy joven. Creen que debo terminar el tratamiento psicológico y esperar a que mi cerebro esté completamente desarrollado. Eso no pasará hasta que tenga 21 años. Estoy destrozada porque no puedo esperar tanto. Revivo el miedo y el dolor a diario. Siento que mi cuerpo está aún sucio".

Muchos estudiosos consideraban que la joven no tenía la edad suficiente para tomar esta determinación y deseaban que cumpliera la mayoría de edad para ver una evolución en su salud mental, pero Noa fue intransigente y relató en un libro lo doloroso que era para ella continuar con vida luego de todo lo que había sufrido.

LA EUTANASIA EN EL MUNDO


Los expertos sostienen que el derecho a morir de manera digna frente a una enfermedad terminal -o en este caso, psiquiátrica- se encuentra dentro de la Constitución de derechos humanos como un resquicio. Las naciones que se oponen a la eutanasia o al suicidio asistido, son aquéllas con una fuerte idiosincrasia religiosa que subrayan la vida como "un regalo de un ser omnipresente".
Pero otras opiniones difieren de ello, sosteniendo que "la existencia no es un don o un regalo, sino un hecho o dato fruto de la evolución. Hemos llegado al Homo sapiens, por el momento, desde las bacterias, las arqueas y los eucariotas. Lo olvidamos con frecuencia y pensamos, explícita o implícitamente, que provenimos de lo alto, o bien que crecemos desde abajo diseñados de modo inteligente. La existencia, constitutivamente y en principio, no es como un segmento con inicio y fin, ni un segmento que no tiene fin como en las religiones que incluyen la inmortalidad, ni un círculo como en la rueda de las reencarnaciones de la sabiduría hindú".

Bajo este estatuto, la eutanasia debiese ser una opción viable, profesional, regulada y donde el paciente la invoque.

Pese a esto, sólo 6 países la permiten: Holanda, Bélgica, Suiza, Estados Unidos, Luxemburgo y Colombia (el único país Sudamericano).
En otros países, existe cierto tipo de eutanasia que es legal, y se trata de la eutanasia pasiva. Esta se refiere a cuando un paciente terminal decide no seguir su tratamiento médico, es decir, si le queda poco tiempo de vida. No obstante, esta decisión implica que la persona afectada muchas veces no pueda recibir tratamientos paliativos para sobrellevar su dolor.

Pero desde años atrás, se discuten las causales de la eutanasia activa, aquélla donde se proporciona intervención médica para terminar con la vida del paciente de una forma indolora.

Sin embargo, el caso de Noa abre un nuevo debate en el que se discute si deberían contemplarse o no las enfermedades de salud mental respecto a esta decisión. No debe vivirse en un país sordo a la determinación personal y al dolor, como ha ocurrido a tantos.