Nuestra
naturaleza es imperfecta y pecadora y nuestros corazones están corrompidos. Las
Escrituras como expresión histórica y universal enseñan que la naturaleza pecaminosa viene primero y la
elección por el pecado viene después, por el propio libre albedrío con el que
se va deformando el corazón. Siglos enteros se ha argumentado que la humanidad
comparte el pecado de Adán y Eva, trasmitido de generación en generación donde
una interpretación particular lo identifica con la concupiscencia, la cual -se
dice-, destruiría ese libre albedrío y además extendería consecuencias para la naturaleza; donde esta última, debilitada e inclinada al mal, persistiría en el hombre evocado al combate espiritual. El pecado original (también llamado pecado
ancestral), es una doctrina cristiana del estado de pecado en el cual se halla
la humanidad cautiva como consecuencia de la caída del hombre, originado por la
rebeldía de Adán y Eva en el Jardín del Edén; es decir, el pecado de la
desobediencia al consumir del árbol del conocimiento del bien y del mal. Dicho
estado de pecado sería transmitido a toda la humanidad y consistiría en la
privación de la santidad y de la justicia originales, las cuales Adán y Eva
poseían en un principio antes de comer del fruto prohibido.
EL ACTO DE ADÁN Y EVA QUE CONDENÓ A LA HUMANIDAD ENTERA
Entonces había un par original de seres humanos: Adán (el hombre)
y Eva (la madre de todos los vivientes) que pecaron, pero no lo hicieron porque
tuvieran una naturaleza pecadora. La prueba implicaba el no poder comer del
árbol del conocimiento del bien y del mal, como una muestra del límite de la
libertad humana que se tiene por el hecho de ser una criatura; el pecado
presentado como un acto de desconfianza primero y de desobediencia después, las
consecuencias: la pérdida de la santidad original, se destruye la armonía del
mundo y del interior del hombre, la muerte entra en la historia.
En ese sentido, se dice que el delito de uno solo atrajo sobre todos
los hombres la condenación; así también la obra de justicia de uno solo, procura
a todos una justificación que da la vida. Consecuentemente, por la
desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores porque se
dice que "el pecado de Adán es el pecado de todos los hombres que vienen después
de él".
EL PECADO ORIGINAL INCRUSTADO EN LA IDEOLOGÍA DE LAS DOCTRINAS RELIGIOSAS
En
cuanto a las diversas religiones, cada una tiene diferentes interpretaciones.
La
doctrina cristiana con respecto al pecado original, estableció
la
noción de una corrupción fundamental de la naturaleza humana en la Iglesia. De
esta forma, la teología escolástica distingue entre el pecado original originante
(peccatum originale originans) como el acto concreto de desobediencia cometido por
Adán y Eva, y; el pecado original originado (peccatum originale originatum) como las
consecuencias que ese pecado provocaría sobre la constitución de la especie
humana. Y en virtud del peccatum originale originatum, no sólo se perderían los
dones preternaturales de la inmortalidad y la exención del sufrimiento, sino
que las capacidades del espíritu humano -tanto las morales como las
intelectuales- carecerían de su vigor natural, sometiendo la voluntad a las
pasiones y el intelecto al error. O sea que la condición de "naturaleza
caída" (natura lapsa), se transmite a cada uno de los nacidos tras la
expulsión del Edén como una causa-efecto.
De acuerdo
con la Iglesia Católica, por su pecado, Adán -en cuanto primer hombre-, perdió
la santidad y la justicia originales que había recibido de Dios no solamente
para él, sino para todos los humanos. Entonces Adán y Eva transmitieron a su
descendencia la naturaleza humana herida por su primer pecado, privada por
tanto de la santidad y la justicia originales. Esta privación es el
"pecado original".
Y como
consecuencia del pecado original, la naturaleza humana quedó debilitada en sus
fuerzas, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al dominio de la muerte e
inclinada al pecado concupiscente. Ya luego, Adán habiendo recibido de Dios la
santidad (o gracia santificante) y la justicia, no sólo la perdió para él, sino
para nosotros. Aunque propio de cada uno el pecado original
no tiene, en ningún descendiente de Adán, un carácter de falta personal.
En el Judaísmo, tras haber sido creados Adán y Eva residían en el
jardín del Edén en perfecta armonía con Dios; el único mandato al que debían
acogerse era la abstención de comer del árbol de la ciencia del bien y del mal,
cuyo consumo ocasionaría la muerte. Sin embargo, Eva y Adán cedieron a la
tentación de la serpiente y descubrieron, comiendo del árbol, su desnudez. La
consecuencia de la violación de su mandato llevó a la muerte y la expulsión del
jardín del Edén. La tradición identifica este acto como
"la falta primordial de la desobediencia al mandato divino". Sin embargo,
los efectos de este pecado se reducen a castigos personales, como la expulsión
del paraíso, dolores de parto en el caso de Eva -y de toda su descendencia-, la
multiplicación excesiva de la dificultad del trabajo (no el trabajo en sí mismo),
la enfermedad, la vejez y la muerte.
Sin embargo, existe controversia entre los teólogos judíos respecto a
la causa de lo que es llamado "pecado original". Algunos afirman que
fue debido a la claudicación de Adán en la tentación de comer el fruto
prohibido y fue heredado a sus descendientes, considerando que esto trajo la
muerte al mundo; no obstante, la mayoría no considera culpable a Adán de los
pecados de la humanidad sino que se reconoce que los pecados de Adán son sólo
suyos.
En cambio en el Islam no existe la noción de pecado original, más
bien se rechaza rotundamente. El concepto del pecado heredado no
existe bajo ninguna forma. De acuerdo con el Corán, la transgresión cometida
por Adán y Eva -y que fue responsabilidad de ambos y no de Eva en mayor grado-
quedó zanjada con el castigo recibido; es decir, con la expulsión del paraíso.
El Islam no condena a la naturaleza humana como tal y además rechaza
explícitamente que otro pague por los errores de los demás, donde "nadie
cargará con la culpa ajena".
Por
tanto, la ausencia del pecado original acentúa la idea de responsabilidad
individual, que es central en el Islam. Esa libertad sobre la cual puede Dios
decidir castigar o premiar.
En fin, Adán es visto como quien transmitió a toda su progenie la enfermedad permanente, la
malignidad y la mala semilla del pecado. Porque el primer Adán, cargado de un
corazón malvado, transgredió y fue vencido. Adán, concebido como el autor de la caída de
la raza humana por toda la posteridad.