La historia establece que hace más de
1.500 años, el emperador Constantino decidió que el domingo -el día del
venerable sol-, fuera un día de reposo en la cosmovisión tradicionalista. El 7
de marzo de 321, declaró que sería un día civil de descanso en las ciudades y
en los campos; donde según el Código Justiniano "durante el domingo,
debían cerrarse los talleres y los magistrados tendrían que descansar".
Desde entonces, se descansa ese día, para conmemorar el nacimiento de Apolo,
Dios del Sol.
Asimismo, en el Éxodo se
dice que "durante seis días trabajarás y harás todos tus trabajos; pero el día
séptimo es el día para el Señor, tu Dios". El sábado es el día "para que
descansen tu buey y tu asno, y para que el hijo de tu sierva, así como el
extranjero renueven sus fuerzas". Lo que se hizo entonces, como en muchas
ocasiones, fue adaptarse a una diversidad de ideas paganas. Y la justificación que
encontraron para mover el día sábado, al día de descanso romano de Apolo, fue
que el domingo resucitó Jesús. Entonces el sábado -séptimo día de la semana-
fue sustituido como día de descanso, porque durante el domingo -el primer día
de la semana-, Jesús resucitó y se reunió con sus discípulos. Por esto, la
estructura de la semana se ha invertido. Ya no se dirige hacia el sábado sino
hasta el domingo, para participar en el reposo de Dios.
EL CRECIENTE SENTIMIENTO NEGATIVO HACIA EL DOMINGO
En
principio, el domingo para la mayoría es el día en el que de más libertad se dispone y en el que
más puede disfrutarse del tiempo. Sin embargo, para muchos el domingo es
terrible. Así sea un día soleado, tiene apariencia gris y a diferencia de las
agradables tardes del sábado, el domingo tiene un indescriptible sabor amargo
que muchos desconocen que tiene un nombre en el ámbito psicológico: el síndrome
de domingo por la tarde. Este síndrome se caracteriza básicamente, por
el inmovilismo, la inactividad y la desmotivación.
Desde el punto de vista psicológico, las
personas que experimentan sentimientos de apatía, tedio y sensación de vacío
los domingos por la tarde anticipan la rutina agitada de los días siguientes. Se centran
en los acontecimientos que les deparará la semana: como las prisas, el estrés, las
exigencias laborales y el cansancio físico; convirtiéndose en sinónimo de
tristeza, que viene marcada por la creencia de que volver al trabajo es
enfrentarse con la realidad y con el automatismo. Y es que para muchas personas el
trabajo provoca fuertes sensaciones de tensión que sólo se mitigan con los días de
descanso, ya que durante la semana no recargan la energía física y mental perdida. También esas prisas, esas obligaciones y los horarios enmascaran la impresión de soledad que está presente a lo largo de la jornada. Entonces estos pensamientos
anticipatorios, junto con la negatividad que éstos desencadenan, hacen que muchas
personas sufran el presente síndrome. La razón es que en este día, todo indica que empezará el círculo repetitivo al día siguiente. Así que el día
transcurre y las horas de descanso se agotan y es imposible sentirse relajados al pensar que todos los domingos se sienten como 'el filo de una navaja', donde imaginar lo que ocurrirá después, es
suficiente para no disfrutarlo.
Antes se temía la llegada del lunes, que era
percibido como un símbolo del regreso a un itinerario semanal en el que el tiempo está
perfectamente medido y planificado, hasta cierto punto. Ahora este momento se ha adelantado y se
padece unas horas antes, cuando llega el atardecer peculiar de un domingo (que no se parece
a los otros), cuando cae como 'una guillotina' sentenciando que hasta aquí
llegaron las horas libres y que pronto comenzará lo que sigue. Pero todo comienza después del
mediodía del domingo, cuando empieza a decaer el estado de ánimo de la persona.
Empiezan a sentir frustración, se sienten tristes. Sienten que
se les está acabando el tiempo.
Ya luego, este síndrome no implica una
apatía al tiempo ni hacia las responsabilidades. No es una idea como tal de que
los domingos son un mal día. No es tampoco un padecimiento nuevo, pues existen
registros de publicaciones de Psicología desde hace varias décadas. En un
ejemplo, los estadounidenses lo romantizaron con un nombre que oculta cuan
angustiante puede ser para quien lo padece: "Sunday night blues" (la "tristeza de
los domingos en la noche"). Esto se va extendiendo al grado de que pasan la
noche en blanco y no duermen. El síndrome va aumentando y se cronifica.
Psicólogos aseguran que es un síndrome "multi-axial" en el que varias causas pueden ser detonantes de los cuadros de
tristeza, estrés, ansiedad y depresión donde cada caso tiene sus
particularidades. Las mujeres, con una mayor ventaja, tienden a ser más
expresivas por socialización. Se quejan más, dicen más. En el caso de los
hombres, por el asunto de la masculinidad malentendida y patrones patriarcales,
tienden a callar más las cosas.
Después de todo, el fin de semana es el
tiempo convencionalmente destinado para el descanso, quizá la reflexión; sin
embargo, también es un espacio en el que muchos organizan actividades que no
caben dentro del resto de los días. Muchísimas personas trabajan de lunes a
sábado y sólo descansan el domingo, donde hacen más actividades pendientes. La persona
entra en cansancio crónico.
Esta actitud, predomina en personas en las cuales es necesario el aprendizaje de habilidades
de inteligencia emocional; como el conocimiento de sí mismos, el autocontrol y la
automotivación. Y estas habilidades actúan como preventivas de síntomas negativos
que invade una vez y otra cada domingo.