martes, 11 de junio de 2019

ORÁCULO DEL AHORCADO. LA EPISTEMOLOGÍA DE UNA VIDA ASFIXIANTE

         Toda legitimación se remite a la propia condición humana. Sin embargo, la remisión a esa condición humana no implica necesariamente la remisión al umbral del Creador, sino que se paraliza en la consideración de la persona. Se dice que la ideación suicida debe ser tan antigua como la existencia humana. Los primeros textos abundan en referencias a los actos suicidas o a los claros deseos de muerte. La Biblia, por ejemplo, registra una decena de suicidios.

En la antigüedad no era raro el suicidio, según se desprende de los registros históricos. Los escritos, los mitos, los poemas y las tragedias ilustran también acerca de las prácticas suicidas, las ideas de muerte y las actitudes sociales hacia la terminación de la vida por la propia mano. Y toda teoría alrededor ha tenido una poderosa influencia sobre las ciencias sociales, la ciencia política, el derecho; lo moral y lo religioso, desenvuelto todo ello en una sociedad galopante.

"Preferiría mi alma el estrangulamiento, la muerte más que mis dolores".
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*Del Libro de Job

Particularmente, en la vida del ahorcado se denota un hecho de depresión muy existencialista de lo que existe, lo que es y; en sí, lo que los demás son, pero más aún de todo lo que nos rodea. Un ahorcado posee una simpleza existencial que arrastra consigo su frustración al hecho melancólico de su vida y claramente, el modo de reflexionar sobre su pensar, objeta la expresión disconforme haciendo una indagación profunda por querer delimitar su propio ser y de tal modo verificar su sentimiento más triste: acentuadamente su egoísmo y esa precariedad de una pasión por vivir, con una visión equivocada sobre su propio yo.
En consecuencia, puede vislumbrarse el potente procedimiento mental donde las características revelan una suerte de imagen que encuentra sentido: se trata de un instante, donde un ser humano está suspendido en la horca y alcanza a mirar lo que le rodea al tiempo que la cuerda que lo sostiene lo mueve caprichosamente; un instante en el que también recuerda lo que ha sido su vida y en el que, justo antes de morir, puede experimentar ese suceso compartido por todo ser humano.

Al tiempo, quizá, el lanzamiento de proclamas y manifiestos donde se expresan los sentimientos, las emociones, las intenciones; entonces viene la definición de declaración de principios, hacia el hipotético receptor y la persona en sí.

--*-- O D I O --*--

"Quiero entenebrecer la alegría de alguien.

Quiero turbar la paz del que esté tranquilo.

Quiero deslizarme calladamente en lo tuyo, para que no tengas sosiego; justamente como el parásito que ha tenido el acierto de localizarse en tu cerebro y que te congestionará uno de estos días; sin anuncio ni remordimiento".

En el retrato del hombre contemporáneo, hay un estado de represión interna. Un sentimiento trágico de la vida del que una persona se ve encarcelada dentro una angustia existencial por causa de sus miedos particulares y la presión social, lo que lo lleva a poner punto final a un absurdo existencial; por medio de la muerte, a fin de otorgarle sentido al sinsentido de la vida. Entonces sopesan en el hombre, las relaciones del yo con el mundo y del yo consigo mismo. De modo que son los temas centrales de la filosofía existencialista: ser para el mundo, ser con otros y ser para la muerte.

Ya luego, la conciencia breve se desvanece en la nada, que significa la muerte espiritual y física. La vida del hombre es precaria, finita, siempre insegura, proyectada continuamente hacia un porvenir lleno de riesgos y hacia la seguridad de la muerte. El ser humano es ambiguo y contradictorio: puede ser protagonista de acciones de noble desprendimiento, pero también, en el fondo de su corazón, anida el egoísmo y la maldad. Parece ser axioma fundamental el de que la verdad habita en el interior del hombre. Entonces se indaga al hombre y para lograrlo, se recurre a todos los instrumentos que lo permitan sin la preocupación demasiada en la coherencia para plantear, en este caso, que mediante el suicidio se pone punto final a un absurdo existencial a fin de otorgarle sentido a aquello que parece no tenerlo.

        De  esta forma, la autenticidad humana no se busca en la rutina; sino en las situaciones-límite en las que el yo se forja y se pone a prueba y, de ninguna manera, por el mero hecho de estar viviendo instintivamente. Por otro lado, la configuración de la angustia, es una señal de alarma que avisa de alguna situación de posible fracaso existencial -o de una opción errónea- que podría conducir hacia una existencia hueca y sin sentido.

Entonces un rasgo más de la modernidad, es la visión anti-romántica y escéptica del mundo existencialista. Se plantea la cuestión sobre el sentido del ser ahí de su tiempo. Se emprende una indagación metafísica sobre el hombre -o ser con otros y ser sí mismo-, en el corazón de una ficcionalidad marcadamente existencialista; cuyo signo visible es precisamente esa modernidad que ha hecho objeto de la vida vivida y que, por consiguiente, vale como expresión genuina de la vida del hombre. Pero lo vemos abordado con un aspecto estructural, en donde lo ficticio se esconde en lo real: los sueños se entrecruzan con las vivencias ordinarias, las más desaforadas fantasías cohabitan con la cotidianidad más palpable; constituyendo eso, lo que el ahorcado usa para proyectar un mundo desintegrado, desquiciado, impregnado de pesimismo existencialista. Por ende, lo que se pone de manifiesto son las tendencias agonizantes del romanticismo, el modernismo y el realismo, respectivamente.

Lo anterior resulta muy relevante, porque persiste un conflicto y una premeditada distinción entre realidad, real y realidad imaginaria; en orden a alcanzar afanosamente una mayor fidelidad con la vida del hombre, como lo corrobora. Un tema que se maneja a partir de la inestabilidad, del desorden y la contradictoriedad que produce en tiempos actuales una exhortación a la reflexión de una razón práctica de lo que nos rodea en el tiempo y espacio.

"Ahora bien: en este momento yo he despertado. Fue así de improviso, como hacer luz, como apagar la luz. Estiro la pierna, amigo mío, y veo en donde he despertado. Éste es un cubo parecido a aquel en que todos los hombres despiertan. Se puede ver aquí medianamente. Ya es de día. Ya es la hora de ayer, compañero. Está todo en su sitio.

Pero los párpados vuelven a cerrárseme, pero ya es la hora de ayer."

 *Referencias amplias al mismo sitial de su forma de ver la vida, tan aburrida y depresiva. "Vida del ahorcado" (novela subjetiva) de Pablo Palacio. (Loja, Ecuador 1906-1947).

"Yo estaré aquí a mi manera y os encerraré en este cubo que tiene un sitio para cada hombre y para cada cosa.

Estoy viviendo la transición del mundo. Levántate, enciende algo, que estás retardando el equilibro definitivo del mundo".
El ser es vulnerable y lleno de conflictos en los que no hay esperanza de sobresalir de esa tiniebla que lo envuelve. La sensación de angustia que posee, lo debilita personalmente en muchos sentidos e influye en no poder proyectarse más allá de lo normal.

Pero con todo, a veces ni el dolo de quien intente adentrarse es suficiente para describir cómo se siente alguien a un paso de la horca, tratando de desencadenar un sinnúmero de angustias existenciales: la melancolía, las frustraciones y los desequilibrios que tras sus pensamientos ha impuesto en su existencia. Finalmente, la fundamentación es una realidad imaginaria que se prescribe muy imponentemente, en una vida infausta en la que se proyecta de tal modo que todo lo que lo circunda es malo. Lo que conlleva un desgarrador desenlace atentando contra la propia vida.

Lo más importante, reflexionar acerca de un posible sentido de crear una estructura cíclica; que sería que esa vida del ahorcado no pertenece a un hombre en particular, sino que se crea la idea de que todo ser humano es -en sí mismo-, un ahorcado.

"Entonces tuve por más felices a
los muertos, porque ya están muertos, 
que a los vivos, porque viven
todavía; y consideré más feliz aún
al que todavía no ha existido, 
porque no ha visto las infamias que se
cometen bajo el sol".
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         *Del Libro Eclesiastés.